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martes, 29 de enero de 2013

7º Capítulo: Traiciones (D)


¿Habéis tenido alguna vez las ganas de gritar de alegría? ¿Sentir una especie de euforia inyectada en vena? ¿Que notes cómo la tensión se hunde, dando paso a una sensación de felicidad? Eso es lo que provoca tener de nuevo cerca de la persona más bonita del planeta. Y ya si la encuentras sonriendo, es eso multiplicado por 10.

Cuando la vi esta mañana, cuando la tuve delante, cuando hablé con ella como al principio hacíamos…No consigo saber por qué lo ha hecho, qué la ha impulsado a venir esta mañana y no ayer a la cita. Pero no me importa. Me importa que lo ha hecho. Y que tengo posibilidades de que sienta algo por mí, tal y como me dijo Lucía.

Cojo la bici tras despedirme de ella llamándole “Pelo bonito”, refiriéndome a una conversación que tuvimos esta mañana. La verdad es que habrá pensado que soy patético, pero me vale con que piense en mí. Hoy me ha hablado. Me ha sonreído. Me ha hecho reír…¿Tenéis la menor idea de cuánto tiempo he esperado este momento? Estoy viviendo un sueño. Bueno, más que eso. Debería haber un término que especifique cuando un sueño es perfecto. Cuando es malo se denomina “pesadilla”, ¿por qué no se pone uno para cuando es bueno? Aunque, pensándolo bien, esos sueños suelen tener nombres de personas. En mi caso; Ángela.

Me subo a la bici cuando Jesús y Mario se me acercan:
–¡Rompe corazones! –Me “saluda” Mario. –¿Qué te traes con Angelita?
–¿Qué? –Respondo sorprendido.
–Venga, David. –Alejandro baja un poco la voz, inclinándose más hacia mí. –A Marcos le has despistado, principalmente porque es estúpido, pero nosotros no nos lo tragamos. –¿Desde cuándo te gusta, colega? –Inquiere Mario.

Vale, me he perdido, ¿desde cuándo mis amigos son así de espabilados? Bueno, hoy no me he preocupado en que no se notase lo que siento por Ángela, así que les debo una explicación.

–Tíos, esta tarde nos vemos y os lo cuento.- Les contesto. –A las 5 donde siempre, ¿vale?

Me despido ellos y empiezo a pedalear. “Donde siempre” es una pequeña plaza rodeada de grandes árboles, con una mediocre fuente en medio y cuatro bancos rodeándola. La plaza pasa desapercibida, muy desapercibida. De hecho casi nunca, por no decir nunca, hay nadie allí. Excepto nosotros. Es como nuestro rincón secreto. La mayoría de las veces nos vemos allí todos y después decidimos dónde ir. Pero en situaciones como estas, actúa como nuestro lugar de reflexión, consejo y consuelo. No llevamos a nadie allí a no ser que realmente sea alguien muy especial. Igual de importante que nuestro escondite.

Llego a casa pasados 15 minutos. Mi madre no está. La han ascendido pero el nuevo contrato empieza en julio. Así que hago lo de siempre: Como y me tiro en el sofá. En otras ocasiones haría deberes pero no tengo. Así que me quedo ahí hasta que llega la hora de irme a la plaza.

Cuando abro la puerta para salir, veo a Lucía con la mano en el timbre.
-Lucía, ¿qué haces aquí?- Le digo saliendo por completo y cerrando a mis espaldas.
Percibo como en su cara se dibuja una enorme sonrisa. Y creo adivinar cual es el motivo.

-¡¡¡¡¡DAVID!!!!!-Grita, salta y me abraza.-¡Ay, que lo has conseguido!
-¿Qué he conseguido el qué?-Le pregunto con dificultad debido a su asfixiante abrazo.
-¿Pero tú eres tonto? ¿Qué va a ser? ¡Ángela, trabado!
-Ah.-Asiento con la cabeza.- ¿Pero se puede saber qué he conseguido?- Pregunto intentando disimular el efecto que el ‘Tema Ángela’ provoca en mí.
-Pues ganártela, chico. ¿No habéis estado todo el día de parejita feliz?-
-Oh, eso.-Digo después de soltar una carcajada.- Fue ella la que se presentó en la cafetería esta mañana para disculparse por no acudir ayer a la cita.-Digo, y me encojo de hombros.- Me lo ha puesto bastante fácil.
-¿Ah, sí? No me ha contado nada de eso…bueno, esta tarde hemos quedado así que ya hablaré con ella.-Mira el reloj.- Y hablando de eso, me tengo que ir que llego tarde. ¡Hasta mañana, enamorado!
La hago un gesto con la mano puesto que no me da tiempo de decirle nada. Si no fuera porque la veo todos los días sentada en clase sin moverse, diría que esta chica es hiperactiva. No para quieta. Es increíble la energía que tiene.

Como siempre, cojo la bici y pedaleo hasta la plaza y llego en unos 20 minutos. Cuando llego me doy cuenta de que están allí los 5, no solo Alex y Mario.

-Ya era hora, chaval.- Me dice Pablo. Miro y reloj y veo que llego algo tarde.
-Lo siento.- Digo mientras me desmonto de la bici.- Es que me entretuvo Lucía al salir de casa.
-Ah, que no solo es Ángela.- Bromea Jesús gesticulando.- ¿¡También Lucía!? ¡Pero déjale algo al pobre Marcos!- Todos nos reímos de su comentario excepto Marcos, que se cruza de brazos y desvía la mirada.
-Bueno -Dice Mario dejando de reír al ver la expresión de Marcos.-, empieza a contarnos tu historia de amor.- Dice, algo sarcástico.
-Vale.- Respiro hondo, y me siento en el bordillo de la fuente, en frente de ellos.- ¿Os acordáis de qué estabais haciendo el 24 de enero a las 9:45 de la mañana?

Al oír esto, se miran desconcertados sin saber a qué viene el comentario. Me indican que no con la cabeza.
-Bien.- Continúo.- Yo estaba conociendo a la chica de mis sueños.




Dicho eso, proseguí con mi historia. Les conté todo lo que había pasado y cómo me había sentido en cada momento. Desde ese día en las taquillas, hasta esta mañana en clase, pasando por aquel interminable verano sin ella.

Nunca me habría visto en aquella situación, contándoles mis sentimientos a mis amigos. Sonaba estúpido y cursi, pero sabía que ellos, de alguna manera, me entendían. Bueno, todos menos Marcos, que miraba para otro lado y fingía desinterés cuando realmente estaba escuchándome con atención.

Esto me hace recordar el numerito de esta mañana. Cuando Marcos está con una chica resulta patético, pero con Ángela hoy fue demasiado. Nunca le había oído soltar semejantes estupideces a una chica. O, al menos, nunca me habían causado ese efecto.

Sin darle importancia al asunto, termino mi relato y espero a obtener una respuesta. Aunque todos se han quedado callados, es Alex quien rompe el silencio:
-Tío…si realmente has sentido y te ha pasado todo eso con 17 años…
-…Es amor de verdad.- Dice Jesús terminando la frase. Sonrío al ver que piensan eso y que me apoyan.
-Pues a mí me parecen mariconadas.- Suelta Marcos levantándose.

Le miro incrédulo. ¿Lo he oído bien? No puede ser que haya dicho eso.  Le contemplo intentando hallar algo que me indique que se trata de una broma, pero no lo hay. Miro a los demás y veo que su reacción es la misma.
-Hey, tío. Te calmas antes de decir gilipolleces. -Dice Pablo, levantándose del banco también y mirando fijamente a Marcos. A lo que este se encoje de hombros y dice:
-Es solo un capricho. Ángela le parece mona y la quiere añadir a su lista de notitas tontas de la taquilla, ¿verdad, David? Es para lo que quieres a las chicas. Para sentirte superior teniéndolas de admiradoras e ignorándolas. Creyéndote inalcanzable.

Me pongo tenso. Abro la boca para responderle, pero no me salen las palabras. ¿Qué está diciendo? Eso no tiene ni pies ni cabeza. Él sabe que no soy así. ¿Qué le pasa a mi amigo?
-Eso sí.- Continúa Marcos esbozando una sonrisa divertida.- Estará buena, pero me da que tonta es un rato.- Entonces reacciono. Doy tres grandes pasos hasta donde está él y me planto delante consiguiendo que dé un paso hacia atrás y se estremezca. Le tiembla el labio, pero  mantiene la sonrisa para aparentar.

No sé por qué ha dicho eso, no sé qué le he hecho, no sé qué le pasa, pero no tiene razones ni motivos para decir cosas que sabe que no son verdad. Para acusarme de cosas que les he explicado mil veces que no hago. Y muchísimo menos, de faltarle al respeto a ella.
Me acerco a él despacio. Noto cómo mis músculos se ponen en tensión  y el sudor baja por mi frente.
-Repite eso.- Le digo muy lentamente, para que el mensaje se le quede grabado.- Y te juro que te hundo.

Jesús, Pablo, Mario y Alex se levantan y nos separan. La situación ha girado en un sentido inesperado.
-¡Paraos quietos!- Grita Mario.- Tú –dice señalando a Marcos-, ¿qué narices te estás inventando ahora? ¿Qué maldita mosca te ha picado para tratar así a tu amigo?
-Y tú –Dice Alex mirándome a mí –Dime que no pensabas pegarle.
-No lo haría nunca.- Respondo,  totalmente de verdad.

Pero justo antes de largarse, como si no hubiera tenido suficiente, Marcos me señala y su cara se vuelve fría, aunque no consigo entender la expresión de sus ojos.
-Con 17 años no se está enamorado.

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